El misterio de los dodecaedros romanos: un nuevo hallazgo en Bélgica
Este nuevo dodecaedro romano ha sido descubierto en la localidad belga de Kortessem, en la región de Flandes. Patrick Schuermans, un arqueólogo aficionado, exploraba con su detector de metales un campo cercano a esta localidad del norte de Bélgica, cuando captó una señal justo bajo sus pies. Cuando pudo localizar la pieza, enseguida se dio cuenta de que era un hallazgo especial. Se trataba de un trozo de metal de unos 6 cm que, por su forma, parecía claramente el fragmento de alguno de esos misteriosos dodecaedros romanos.
Desde hace más de 250 años, cuando se encontró el primero de ellos en la Inglaterra del siglo XVIII, estos objetos han sido un gran enigma para arqueólogos e historiadores. Y no han dejado de aparecer durante todo este tiempo, ya se han contabilizado más de 100. Se trata de objetos geométricos huecos, poliedros de doce caras planas pentagonales. Cada una de las caras tiene un agujero circular de diámetro variable, y los todos vértices acaban en un remate esférico. Suelen ser de metal, aunque también han aparecido algunos de piedra. Aunque difieren en tamaño, desde los 4 cm de diámetro de algunos hasta los 11 cm de otros, la mayor parte suele tener las dimensiones de una bola de billar. En general, los investigadores las han datado a partir del siglo II d.C.
Hipótesis muy variadas sobre la función de los dodecaedros romanos
Lo que sucede es que no están documentados ni el textos ni en imágenes de la época. Así que nadie sabe con certeza qué uso le daban los romanos, y se han planteado multitud de teorías al respecto, de lo más dispares. Entre ellas, que podrían haber sido candeleros para velas, dados o algún tipo de juguete, pesos para las redes de pesca, calibradores para tuberías de agua, calendarios de tipo agrícola para planear la siembra, bases para sostener los signa militaria, una especie de munición para los honderos, artefactos para tejer guantes, algún tipo de amuleto... También se ha sugerido los primeros cristianos los podrían haber utilizado para venerar objetos sagrados. O todo lo contrario, que los romanos las empleaban a escondidas en rituales mágicos de hechicería y adivinación, prohibidos por el cristianismo en la fase final del imperio.
Este último enfoque casaría con el hecho de que, aunque algunos han aparecido en Italia o Hungría, la mayor parte de estos objetos se han encontrado en Francia, Bélgica, Países Bajos, Alemania y Gran Bretaña, países cuyo territorio formaba parte de la Galia y la isla de Bretaña. En esas regiones, el componente celta prerromano estuvo siempre bastante arraigado, y muchas tradiciones sobrevivieron tras la conquista y la expansión del cristianismo. Lo que sí parece claro, fuese cual fuese su utilidad, es que tenían algún tipo de valor para sus dueños, ya que se han encontrado varios de ellos en escondites de monedas y en enterramientos.
Schuermans se puso en contacto con el Museo Galo-Romano de Tongerenen para que examinasen la pieza, y los expertos han determinado que el fragmento pertenece a un dodecaedro de unos 5 cm de diámetro, y que debe de tener más de 1600 años. Está previsto que la pieza se exponga pronto en este mismo museo, ya que su descubridor lo ha entregado a la Agencia del Patrimonio de Flandes. Se exhibirá junto a otro dodecaedro de bronce intacto hallado en 1939 cerca de allí. Se espera que su estudio ayude a arrojar algo de luz sobre estos extraños objetos, cuyo propósito sigue siendo un misterio.
Fuentes
"Amateur Archaeologist Discovers Mysterious Roman Object Possibly Used for Magic.", en Smithsonian Magazine.
"Dodecaedro romano", en Wikipedia.
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