Estudio químico determina que la mayor parte de los habitantes de Pompeya murieron asfixiados durante la erupción del Vesubio
Gracias al uso de una innovadora técnica de análisis químico con fluorescencia de rayos X, un equipo de investigación internacional liderado por la Universitat de València, en colaboración con la Universidad de Cambridge y el Ministerio de Cultura italiano, ha llegado a la conclusión de que gran parte de los habitantes de Pompeya murieron asfixiados y no por abrasión o deshidratación, como dictaban otras hipótesis.
El drama de Pompeya sigue intrigando a historiadores y arqueólogos. Conforme profundizamos en el conocimiento de la erupción del Vesubio que sepultó las ciudades de Pompeya y Herculano en el año 79, queda patente cuánto ignoramos todavía y cuánto nos queda por descubrir. Así sucede con las víctimas, por ejemplo. Se estima que murieron unas cinco mil personas en la erupción, de las que se han localizado los restos de poco más de mil. Algunas de ellas las podemos contemplar hoy día gracias a los famosos calcos, los moldes de yeso de los cuerpos, que se exhiben en museos y exposiciones. Sin embargo, el debate persiste en cuanto a las causas de la muerte de los habitantes de Pompeya. Las condiciones ambientales en torno a la ciudad se volvieron letales debido a las altas temperaturas, las nubes de gases tóxicos y el material piroclástico expulsado por el volcán. Pero ¿fue el intenso calor, con temperaturas que oscilaban entre 300º y 600º, lo que carbonizó sus cuerpos?, ¿perecieron bajo el peso de las rocas y cenizas expulsadas y el colapso de los edificios que los rodeaban?, ¿o fueron las nubes de gases tóxicos las que crearon un ambiente absolutamente irrespirable?
Los moldes de yeso que congelaron a las víctimas en el tiempo
A estas preguntas, o al menos a una parte, intenta dar respuesta este nuevo estudio dirigido por el arqueólogo Llorenç Alapont, de la Universidad de Valencia. Se trata de una investigación que forma parte del proyecto "La arqueología de la muerte en Pompeya", y ha contado con la participación de destacados expertos como Massimo Osanna, Marcos Martinón Torres y S. Chenery. El estudio se ha centrado en un análisis minucioso de los calcos, y los restos óseos de su interior, de siete víctimas del Vesubio que perecieron en las zonas de Porta Nola y Terme Suburbane (una casa de baños) de Pompeya. Los resultados se acaban de publicar en la revista PLOS ONE.
Durante la erupción, los cuerpos de las víctimas de Pompeya quedaron cubiertos de ceniza y materiales piroclásticos, a los que cubrió luego la lava. Conforme los cuerpos se fueron descomponiendo, solo quedaron los huesos y algunos restos de vestimenta dentro de los huecos en la lava solidificada, los denominados "vacíos". Cuando los arqueólogos descubrieron estas extrañas cavidades en el siglo XIX, se dieron cuenta de que se habían topado con una especie de moldes de las víctimas de la tragedia. Y, a partir de 1860, el prestigioso arqueólogo Giuseppe Fiorelli puso en práctica un método para obtener réplicas de yeso de las víctimas, los famosos calcos, que reconstruían los cuerpos de los muertos a escala real.
Este empleo del yeso fue fundamental para recuperar mucha información. Gracias a los calcos se pudo estudiar la posición de los habitantes en el momento de su muerte, y detectar objetos y vestimentas. Sin embargo, el yeso también tuvo efectos negativos, ya que su composición química corrompió la integridad elemental de los restos, lo que dificultó la elaboración de análisis químicos fiables con posterioridad.
La flourescencia de rayos x: una técnica innovadora de análisis químico
Para solventar el problema de la contaminación de los restos, el equipo dirigido por Llorenç Alapont ha aplicado una técnica innovadora de análisis químico en el estudio de los huesos de estos calcos pompeyanos: la fluorescencia de rayos X. Se trata de una técnica portátil y no invasiva que permite identificar aquellos huesos que han permanecido relativamente intactos a la contaminación. Hasta ahora, nunca se había permitido llevar a cabo un análisis químico de estos calcos. Para reconstruir fielmente los procesos que ocurrieron tanto antes como después de la muerte de los individuos, los investigadores han empleado una metodología que cruza los datos químicos obtenidos con información antropológica, tafonómica y geológica.
Los resultados de los análisis de fluorescencia se compararon con los de otras colecciones de huesos de personas incineradas en Roma o Pompeya antes de la erupción. Se comprobó que los valores de calcio y fósforo en los huesos, elementos representativos de la matriz ósea, eran similares. Esto demostraba que los huesos de los calcos habían experimentado un impacto térmico, pero que este se había producido postmortem, de manera similar a lo que sucedía en las cremaciones. Se descartaba, por lo tanto, la teoría que apuntaba a que las víctimas murieron abrasadas por las altas temperaturas. Dado que el calor extremo solo les afectó después de su fallecimiento, los investigadores han llegado a a la conclusión de que la causa de muerte más plausible fue la asfixia: lo que acabó con sus vidas fue la exposición prolongada a los gases volcánicos y a las cenizas suspendidas en el aire. Los datos obtenidos en ese análisis también han servido para explicar cómo afectaron a los huesos otros procesos posmortem, como la deposición de ceniza caliente sobre los cuerpos.
Los habitantes de Pompeya murieron asfixiados en la segunda fase de la erupción
Los análisis antropológicos y tafonómicos de los calcos también reforzaron la hipótesis de la asfixia como la causa principal de mortandad en Pompeya. La erupción del Vesubio se desencadenó en dos fases distintas, así que las víctimas no murieron en un solo evento catastrófico. En la primera fase, se liberaron a gran altura gases calientes, cenizas y piedra pómez que cayeron en una lluvia que terminó provocando el derrumbe de algunos edificios. La segunda fase fue mucho más letal, caracterizada por oleadas piroclásticas que corrieron por la superficie arrasándolo todo a su paso. Una diferencia clave entre las víctimas de Pompeya y las de la vecina Herculano radica en la posición en la que se encontraron los cuerpos. En Herculano, los cuerpos descubiertos tenían una postura rígida y contraída, la conocida como "postura del boxeador", típica de una muerte rápida causada por un flujo piroclástico intenso y de alta velocidad. Los encontrados en Pompeya, sin embargo, yacían en posiciones más relajadas, lo que sugiere un flujo piroclástico más lento y de menor temperatura, que provocó unas muertes más lentas, por asfixia o agotamiento.
Los datos estratigráficos revelan que las víctimas en Porta Nola lograron sobrevivir a la primera fase de la erupción, ya que sus cuerpos se encontraron atrapados encima de una capa de piedra pómez. Estos fugitivos seguramente trataron de huir cuando vieron que cesaba la lluvia de fragmentos volcánicos. Caminar sobre la superficie de piedra pómez debió ser todo un desafío, y los calcos nos muestran que hubo quien utilizó ramas de árboles como improvisados bastones. Pero su intento por escapar se vio frustrado por la corriente piroclástica, no tan rápida como en Herculano, pero más persistente en el tiempo. La inhalación de gases y la entrada de ceniza en sus sistemas respiratorios resultaron en una asfixia inevitable. Las impresiones en el yeso revelan que algunas víctimas intentaron cubrirse con sus prendas para evitar respirar el aire ardiente. Luego, después de muertos, los cuerpos fueron cubiertos por cenizas y lava, que quemaron carne y ropajes, y solo dejaron huesos carbonizados y unos vacíos con forma humana.
El equipo de investigación ha querido destacar la utilidad que ha tenido el análisis por fluorescencia de rayos x, y cómo ayudará a abordar problemas de preservación y contaminación en futuros estudios bioarqueológicos de los calcos de Pompeya. También han enfatizado la importancia que ha tenido aplicar un enfoque multidisciplinario que combina diversas fuentes de evidencia a la hora de comprender completamente los distintos eventos durante la erupción volcánica. Consideran que gracias a estos métodos se dará un gran paso a la hora de desentrañar los misterios que aún oculta la ciudad de Pompeya.
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