El legado romano en Renania: dos campamentos desconocidos y un inesperado cerco de espigas
Gracias a la colaboración de un equipo de arqueólogos de la Universidad Goethe de Fráncfort con especialistas de la Dirección General de Patrimonio Cultural del estado alemán de Renania-Palatinado, se ha terminado sacando a la luz los restos de dos campamentos romanos desconocidos. Los trabajos de excavación comenzaron en 2016 en el término de Bad Ems, localidad vecina a Coblenza, un lugar por donde pasaba el limes romano. Un cazador local había alertado de unos extrañas marcas, unas alteraciones de color en el suelo de un campo de cereal, algo que indicaba de la existencia de estructuras en el subsuelo. Efectivamente, unas prospecciones iniciales descubrieron restos de empalizadas de madera. Luego, gracias al uso de un dron y a la prospección geomagnética, se pudo comprobar que aquel extraño rastro parecido al surco que dejan las ruedas de un tractor era, en realidad, el vestigio de dos zanjas paralelas que enmarcaban un castrum romano.
Después de varias campañas de excavación, se ha podido constatar que se trataba de un campamento de unas ocho hectáreas, rodeado por una empalizada que contaba con unas cuarenta torres de madera, y que podía albergar a unos 3.000 soldados. Sin embargo, nunca se llegó a convertir en un asentamiento estable con el paso del tiempo, como en el caso de otros campamentos; las únicas evidencias de edificación permanente que encontraron los arqueólogos correspondían a un almacén y un depósito. Además, se identificaron trazas de un incendio, como si el lugar se hubiera desmantelado a los pocos años de construirse.
Y las sorpresas continuaron. Al descubrimiento del primer campamento, lo siguió el hallazgo de otro fuerte mucho más pequeño. Tuvo lugar en la otra orilla del río Lahn, a unos dos kilómetros de distancia, en la colina de Blöskopf. Ya se tenía constancia de la presencia romana en esa zona. En diversas excavaciones realizadas desde finales del XIX, se habían descubierto trazas de mineral de plata procesado, cimientos de muros, escoria metálica y restos de fuego. Hasta ahora, se suponía que todo aquello eran los vestigios de algún tipo de fundición romana que conectaba con el limes. Pero las últimas intervenciones arqueológicas han desmentido esa teoría: la supuesta fundición era, en realidad, una torre de vigilancia del fuerte que, como el otro, fue incendiado por su guarnición antes de ser abandonado.
Un cerco de púas afiladas, como los que mencionaba César
En este pequeño campamento, con capacidad para unos 40 hombres, un equipo de estudiantes liderado por Frederic Auth ha hecho, además, un descubrimiento sin precedentes. Se trata de una construcción de espigas de madera muy afiladas clavadas en el suelo, a lo largo de todo el perímetro. Las fuentes de la época mencionan el uso de este tipo de sistemas defensivos para disuadir al enemigo. El propio Julio César habla de ellas en De bello Gallico. Pero nunca antes se había encontrado ningún rastro arqueológico de esta tecnología militar. En este caso, fueron las condiciones ideales de humedad del terreno las que han permitido su conservación.
Estas excavaciones también han permitido a los arqueólogos identificar un complejo de túneles y pozos de características romanas. Y, por si fuera poco, la aparición de una moneda del año 43 d.C. echa definitivamente por tierra la supuesta conexión con el sistema de fortificaciones del limes, creado bastante más tarde, hacia el año 110. Por contra, todos estos descubrimientos parecen coincidir con los escritos del historiador romano Tácito. Por ellos se sabe que, en tiempos del emperador Claudio, hacia el año 47 d.C., el gobernador romano de Germania Superior, Quinto Curcio Rufo, estaba intentando extraer plata en la región. Los investigadores creen que los dos campamentos servían a este propósito de extraer, almacenar y procesar el mineral. Y, ante todo, proteger la plata de vecinos belicosos o de saqueadores. Como el rendimiento del complejo resultó ser demasiado bajo, los romanos terminaron abandonando la empresa, desmantelaron e incendiaron los campamentos, y se marcharon. Sin llegar a sospechar que se habían quedado a pocos metros de dar con una enorme veta de plata. Los investigadores reconocen que hay que seguir investigando, aunque los tiros parecen ir por ahí.
Por lo pronto, las espigas de madera se conservarán en el Römisch-Germanisches Zentralmuseum de Maguncia mientras se llevan a cabo más estudios para confirmar si la hipótesis de que los fuertes defendían una explotación de plata es correcta.
Fuentes
- Hidden from the Romans: 200 tons of silver on the shores of the river Lahn, de Goethe Universität.
- Archaeologists Discover Wooden Spikes Described by Julius Caesar, en Smithsonian Magazine.
Deja una respuesta
Seguro que también te interesa: