Un ritual con clavos mágicos para protegerse de los "muertos inquietos"
Un equipo de arqueólogos belgas de la Universidad de Lovaina, que excava en la antigua ciudad de Sagalassos, en el suroeste de Turquía, se ha visto sorprendido por el descubrimiento de una extraña práctica funeraria en uno de los enterramientos que estaban investigando. Así se revela en un estudio publicado en la prestigiosa revista Antiquity.
El sitio arqueológico de Sagalassos, habitado desde la Antigüedad hasta la Edad Media, vivió su época de esplendor bajo el Impero romano, hacia el siglo II, cuando la ciudad formaba parte de la provincia de Galacia. A partir del siglo VI, sufrió una serie de calamidades hasta que un gran terremoto dejó una gran parte de la ciudad medio enterrada a mediados del siglo VII. A partir de ese momento se fue despoblando paulatinamente hasta quedar relegada al olvido, cubierta por la vegetación. Esto, sin embargo, ayudó a su preservación y en los últimos 30 años, los arqueólogos han podido recuperar interesantes ejemplos de arquitectura civil romana, como un teatro, una biblioteca y un complejo de baños. El equipo belga de Lovaina trabajaba en unos enterramientos de las afueras, en el noroeste de la antigua ciudad, dentro marco del Proyecto de Investigación Arqueológica de Sagalassos. Allí, en unas terrazas enclavadas en las laderas montañosas de las estribaciones del Tauro se fue formando una importante necrópolis con el paso del tiempo.
En ese viejo cementerio, los arqueólogos se han topado con múltiples variedades de enterramientos y de prácticas funerarias, incluyendo inhumaciones y cremaciones, que abarcan al menos seis siglos, desde el periodo helenístico hasta la época romana tardía. Pero en este último se encontraron con algo totalmente inusual. Se trata de una tumba situada al sur de un monumento funerario helenístico de piedra y al norte de una pared de terraza. Es el enterramiento de un varón adulto, datado entre los años 100 y 150 d.C., que fue incinerado y enterrado en ese mismo lugar. Esto ya es algo extraño, porque lo normal en las cremaciones romanas era recolectar las cenizas y colocarlas en una urna para enterrarlas luego en una tumba o colocarlas en un mausoleo. En este caso, los arqueólogos observaron que la posición de los pequeños fragmentos de huesos restantes indicaba que el cuerpo se había incinerado en ese mismo lugar, y no se había manipulado después.
Un ritual funerario de lo más extraño, con decenas de clavos mágicos
Ahora viene lo más sorprendente. A lo largo de la pira funeraria, se habían esparcido más de cuarenta clavos doblados y retorcidos, y luego se había sellado con mucho cuidado bajo dos docenas de ladrillos meticulosamente colocados, y todo se había cubierto por una gruesa una capa de cal. Es decir, el enterramiento se cerró de tres maneras diferentes. Se sabe del uso de cada una de estas tres prácticas en cementerios de época romana, pero la combinación de las tres no se había visto antes. El uso de "clavos mágicos", por ejemplo, estaba bastante extendido, no solo para proteger a los vivos, sino también a los difuntos en su viaje al más allá. Para los investigadores, todos estos ritos implican un cierto grado de temor a que el muerto pudiera regresar para molestar o dañar a los vivos. Este tipo de "muertos inquietos" se podía dar con individuos que habían tenido una muerte prematura o violenta, con cadáveres insepultos, o con los restos de personas que habían tenido una vida desviada.
No obstante, en este caso no parece que los dolientes viesen al finado como un ser maligno per se. En contraste con esta cremación atípica y el extraño cierre de la tumba, también se encontraron elementos de un enterramiento romano típico: una moneda para pagar a Caronte, frascos de perfume, recipientes para comida, fragmentos de una cesta tejida, un sudario... Es muy probable que el fallecido fuese enterrado por su familia en una ceremonia que habría llevado días preparar. Sin embargo, el conjunto de creencias imperante en esa región llevó a la gente de Sagalassos a enterrar a este hombre de forma distinta a lo normal, con un ritual mágico de efectos específicos. Se piensa que, seguramente, para contrarrestar algún tipo de muerte inusual que habría dejado a los vivos temerosos del regreso del difunto. Querían evitar el contacto de los vivos con los muertos. Sin embargo, los investigadores no han evidencia de trauma o enfermedad después de estudiar los restos, aunque piensan que todavía queda bastante por investigar.
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